El hat trick de Andalucía al separatismo catalán
El Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla no hace más que meter goles a los separatistas catalanes que malgobiernan la Generalitat, y que sólo están preocupados en desterrar todo lo que huela a España de estas cuatro provincias del noreste. Después de décadas de desprecio por parte del nacionalismo catalán hacia una autonomía a la que consideraban, sin ningún tapujo y sin cortarse un pelo, una especie de criadero de vagos y maleantes que se gastaban el dinero de los catalanes en los bares de Sevilla o de Córdoba, la realidad se ha impuesto y ha puesto a cada uno en su sitio.
Y la realidad es que Andalucía es una tierra mucho más dinámica a la hora de dar facilidades a los emprendedores para crear empleo que Cataluña, que se ha convertido en un erial de fanatismo en el que todo son trabas para aquellos que no sean fanáticos de la causa independentista. No hay voluntad política para que Cataluña sea más próspera, todo son excusas para empobrecerla por parte de la Generalitat o de los ayuntamientos que controla el separatismo y la izquierda. Desde negarse a ampliar el aeropuerto de Barcelona con la excusa de una zona pantanosa con cuatro patos y millones de mosquitos, a no acabar el cuarto cinturón para descongestionar el tráfico metropolitano, o boicotear con saña al sector turístico, uno de los más importantes de la economía de esta región.
Moreno Bonilla va ganando el partido entre Andalucía y Cataluña gracias un hat trick magistral al gobierno supremacista de Esquerra Republicana y Junts. El último tanto ha sido su propuesta de eliminar el impuesto de patrimonio como parte de una oferta global para que los empresarios catalanes, que aún tengan un poco de sentido común, huyan de Cataluña y se instalen en tierras andaluzas. Pero este gol no es más que el tres a cero en el marcador en ese encuentro eterno entre el Sur y el Norte. El primer gol vino con la pujanza de una ciudad como Málaga, que está superando a Barcelona como segunda ciudad cultural de España, y que crece en la nueva economía global a costa de una Ciudad Condal anquilosada por las políticas de decrecimiento de Ada Colau y el fanatismo tribalista de la Generalitat.
El segundo gol fueron unas políticas económicas dinámicas que han llevado a Andalucía a superar a Cataluña tanto en número de autónomos, venta de viviendas e hipotecas y un mayor dinamismo empresarial al aumentar en mayor medida la constitución de nuevas empresas. En parte ha venido favorecido por la huida de capital de Cataluña harto de las trabas fiscales y de las políticas destructivas catalanas y han buscado una tierra en la que se puede invertir sin cortapisas. Si el separatismo catalán ha sobreactuado, y ha exigido al Gobierno de España -su fiel lacayo- para que cargue contra Moreno Bonilla es porque ve que la política de incentivos de Andalucía puede acelerar la huida de empresas catalanas.
Que Pere Aragonès presuma del «dinamismo empresarial» tejido en Cataluña desde hace décadas no es más que otra muestra de este temor. Ese «dinamismo» no existe, porque el separatismo gubernamental lo ha destrozado en la última década gracias al enloquecimiento colectivo provocado en la sociedad catalana. Pusieron la estelada por delante del bienestar económico de los catalanes, y han conseguido que Cataluña sea cada día más pobre. Y como no hay nada más cobarde que el dinero, que huye de los líos, y en Barcelona los hay a puñados, Moreno Bonilla puede seducir a un buen número de emprendedores catalanes. También a empresarios de otros países o regiones de España que prefieran invertir en una comunidad autónoma estable que en una tierra dominada por el supremacismo del separatismo catalán, más tendente a quemar contenedores que a construir polígonos industriales.